Mi teoría es que cada persona a la que de verdad queremos, tiene un hueco en nuestra alma (amigos, familia…) y por lo tanto es parte de nuestro corazón, y si una persona que es tan especial para ti, sufre, tu corazón y tus sentimientos se quiebran y sufren por ello. Por esto, creo que lo pasamos mal con las desgracias ajenas. Además pienso que estas personas poseen una parte tuya que le pertenece a cada persona. Por ejemplo: mis amigos poseen una parte de mi, la parte que hace que yo los aprecie, esa parte es suya, y mientras ese sentimiento siga ahí, yo seguiré perteneciendo en parte a mis amigos.
Por lo tanto, con esta reflexión podemos atar cabos y darnos cuenta de lo que realmente nos hace estar o sentir desgraciado en la vida: no nuestros asuntos, que nos hacen sentir mal pero menos, sino la vida de la gente a la que amas, porque si se piensa bien, en mayor o menor grado, sufrimos por los demás.
Para que os déis cuenta del concepto que quiero transmitir, voy a describir una situación drástica por la que probablemente todos habremos pasado, una defunción. Cuando alguien querido expira, tu corazón se parte y sufre, porque una parte de ti, al fin y al cabo, ha muerto, y se sufre por ello; pero no es el difunto el que sufre, sino el que realmente ama.
No quería haber sido tan violenta con esta última idea, pero sirve para que la gente despierte y se de cuenta de lo que tiene antes de que sea demasiado tarde y tu corazón ya no pueda recuperarse de un dolor ajeno. Lo dejo ahí, para que el que esté interesado reflexione y actúe en consecuencia y el que no, simplemente le deseo suerte a él y a sus seres queridos.
Amélia Pérez, 2ºB ESO
No hay comentarios:
Publicar un comentario