Y cuando más a gusto estábamos, llegó el último día de nuestra estancia en Torquay. Fuímos de excursión a una ciudad más grande llamada Exeter.
Allí vimos la catedral y estuvimos dando una vuelta para conocer mejor la ciudad. Pasamos por la calle más estrecha del mundo, o al menos, eso es lo que dicen. Nos supo a poco el rato que estuvimos allí. A nuestro regreso, la comida y de nuevo clases por la tarde y entrega de diplomas. Esta vez el alumno que más había destacado en las clases fue Diego. Fuímos a cenar con las familias y a las 22 nos reunimos para salir hacia el aeropuerto de Londres. Nos esperaba una larga noche y una interminable espera en el aeropuerto pero nos animábamos pensando que ya llegábamos a casa y que nuestras familias nos estarían esperando en el aeropuerto de Zaragoza.
Sin duda, un viaje inolvidable, con un montón de momentos para atesorar. Y el grupo, excepcional. Fue una gozada viajar con alumn@s tan entusiastas, colaboradores y participativos.
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